El Juglar de la Red
Por Rafael Cano Franco
La carrera presidencial está saturada
Al presidente Andrés Manuel López Obrador no le bastó con “destapar” a Claudia Sheimbaum, Gobernadora de la Ciudad de México; Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores; Adán Augusto Santiago, secretario de Gobernación; tampoco le resulta suficiente que desde su bando estén listos para la sucesión presidencial Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena o al diputado federal del PT, Gerardo Fernández Noroña; toda esa “caballada” es insuficiente y por eso también las trancas a Tatiana Clouhtier, su secretaria de Economía.
Pero por más que pretenda saturar la pista de carreras, la realidad es que en Morena solamente hay dos que van de punteros: Marcelo Ebrard y Claudia Sheimbaum.
Donde la situación se avizora más ´pobre es en la oposición; en el PRI su figura principal es su dirigente nacional Alejandro “Alito” Moreno, pero no tiene el empaque nacional ni genera las simpatías suficientes entre la población para ser un candidato competitivo. De los gobernadores de ese partido, ninguno tiene auténtica presencia nacional.
En el PAN la figura de la senadora Lilly Téllez ha crecido, incluso supera a Ricardo Anaya y a Damián Zepeda para ser la candidata presidencial; la senadora se ha posicionado tan bien, que en algunas encuestas está por encima de la propia Claudia Sheimbaum; sin embargo quedan dudas respecto al arrastre que pueda tener y los apoyos financieros que pueda lograr para apalancar una candidatura de penetración.
Movimiento Ciudadano tiene en sus filas a una de las figuras políticas ascendentes, se trata de Luis Donaldo Colosio Riojas, quien como alcalde de Monterrey y apalancado en un apellido que no necesita presentación, de pronto superó a personajes de ese mismo partido que se habían convertido en las figuras presidenciales: al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro y al propio gobernador de Nuevo León, Samuel García.
Sin embargo, a fuerza de aceptar la realidad, Morena se presenta como una gran fuerza para el 2024, incluso con un mal resultado en las elecciones de este 2022 y las del 2023; la oposición por separado poco tiene que hacer frente a un partido de estado, que además tendrá un financiamiento sobrado para comprar la elección.
En el caso de la oposición no organizada, como lo es FRENNA, carece de estructuras en tierra, no plantea una propuesta consolidada y su única expresión es la de frenar a López Obrador. Con eso no le alcanza y ya quedó demostrado; en las redes sociales no se derrocan gobiernos, ahí se genera la inconformidad pero es necesario tener organización real para poder ejercer presión y lograr objetivos.
Al momento, FRENNA no ha podido cumplir ninguno de sus objetivos y como oposición en lugar de crecer se ha venido debilitando, justamente por las malas decisiones que toman sus líderes.
Ciertamente la carrera presidencial está muy saturada y todos los carriles parecen estar ocupados, pero muchos de ellos ni siquiera van a correr. Morena va a definir a su candidato/a de acuerdo al ánimo del presidente López Obrador, no hay duda que será el gran elector y por tanto, como suele suceder con las decisiones que toma, la va a tratar de imponer a cualquier costo, tanto dentro de Morena como a la población en general.
La oposición, sin unidad y cohesión, están condenados al fracaso, sea quien sea su candidato.
El problema es la hoguera de vanidades que priva en la parte opositora, todos sienten que pueden tener la tajada más grande del pastel y eso los ciega para entender que solamente unidos tienen posibilidades de competir, y si no ganan al menos mantener el control del poder Legislativo.
En el PRI, el PAN y el PRD eso lo entienden, la parte discordante está en Movimiento Ciudadano, que envalentonado por las victorias que ha logrado caminando solo.
Los analistas políticos consideran que la única manera de que Movimiento Ciudadano pueda sumarse a una gran alianza opositora es que sean ellos los que pongan el candidato presidencial, pero su mejor figura es un jovenzuelo que todavía no madura en lo político y cuya mejor carta de presentación es ser conocido por su apellido, pero no por su trabajo y de quien se ignoran sus habilidades políticas.
Que una eventual derrota de Morena el 2022, si es que se consuma en Durango, Aguascalientes, Tamaulipas e Hidalgo, no nuble la visión; para ganar la presidencia el 2024 se requiere mucho más que grandes nombres, lo principal es estructuras reales en tierra que puedan neutralizar a una bien aceitada maquinaria electoral de Morena.