El proyecto de la Refinería Dos Bocas, en Tabasco, ha sido un tema controversial desde su concepción, y su ejecución ha generado críticas sobre su viabilidad económica y los costos asociados. Durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, el gobierno federal decidió invertir grandes sumas de dinero en esta refinería con el objetivo de reducir la dependencia de México de las importaciones de combustibles, particularmente de los Estados Unidos. Sin embargo, la falta de claridad sobre los costos, los retrasos y las preocupaciones sobre su eficiencia han dado lugar a un fuerte debate sobre si la inversión ha sido adecuada o, en su caso, un fracaso económico.
Uno de los puntos clave de la crítica es el enorme presupuesto destinado a la refinería, que inicialmente estaba estimado en alrededor de 8,000 millones de dólares, pero que a medida que avanzaba la obra, los costos fueron aumentando, lo que provocó cuestionamientos sobre el manejo de los recursos. La refinería se proyectaba como un proyecto que generaría ahorros a largo plazo para el país, pero en su lugar ha generado pérdidas millonarias debido a los sobrecostos y los retrasos en su construcción. Estos factores han hecho que muchos especialistas y opositores al gobierno cuestionen si esa es la mejor manera de invertir los recursos públicos, especialmente cuando hay necesidades más urgentes en áreas como la salud, la educación o la infraestructura básica.
Otro aspecto importante es que, aunque la refinería se ha presentado como una solución para la autosuficiencia energética de México, no está claro si realmente se logrará ese objetivo en el futuro cercano. Las críticas señalan que, en lugar de centrar todos los esfuerzos en un solo proyecto, el gobierno debería haber invertido en una diversificación de fuentes de energía, incluyendo energías renovables, para asegurar una transición energética más sostenible y menos dependiente de los combustibles fósiles.
En resumen, la Refinería Dos Bocas ha sido un proyecto controversial y costoso que ha generado dudas sobre su rentabilidad y eficiencia. Si bien el gobierno de AMLO persiste en su discurso de que se trata de una inversión estratégica para la soberanía energética de México, muchos analistas sostienen que se trató de una mala inversión que podría haberse destinado a proyectos más viables y beneficiosos para el país.