NUEVA YORK— Elon Musk ha sido llamado el maestro de los proyectos lunares, el Edison de nuestra era y el arquitecto del futuro, pero tiene un gran problema en su compañía automotriz y no está claro si puede solucionarlo: el daño a su marca.
Las ventas de Tesla se han desplomado en medio de protestas y boicots por la adhesión de Musk a posturas de extrema derecha. Las ganancias se han reducido en dos tercios en lo que va de año, y sus rivales de China, Europa y Estados Unidos están atacando.
El martes llegó algo de alivio cuando Musk anunció en una conferencia telefónica con inversores sobre ganancias que reduciría su trabajo de reducción de costos gubernamentales en Washington a “un día o dos por semana” para centrarse más en su antiguo trabajo como jefe de Tesla.
Los inversores hicieron subir las acciones de Tesla un 5% el miércoles, aunque hay muchos desafíos por delante.
¿Quién quiere un Tesla?
En la conferencia con inversores, Musk pareció restar importancia al impacto del daño a la marca en la caída de las ventas del primer trimestre. En cambio, enfatizó algo más fugaz: una actualización del exitoso Model Y de Tesla que obligó al cierre de fábricas y afectó negativamente tanto a la oferta como a la demanda.
Si bien los analistas financieros que siguen a la compañía han notado que los compradores potenciales probablemente se abstuvieron mientras esperaban la actualización, lo que perjudicó los resultados, incluso los más optimistas entre ellos dicen que el daño a la marca es real y más preocupante.
“Esta es una crisis en toda regla”, declaró Dan Ives, de Wedbush Securities, quien suele ser optimista, a principios de este mes. En una nota a sus clientes, JP Morgan advirtió sobre un daño a la marca sin precedentes.
La opinión de Musk sobre las protestas
Musk desestimó las protestas contra Tesla en la llamada como el trabajo de personas enojadas con su liderazgo del Departamento de Eficiencia Gubernamental porque “aquellos que están recibiendo el desperdicio y el fraude desean que continúe”.
Pero las protestas en Europa, a miles de kilómetros de Washington, se produjeron después de que Musk apoyara a políticos de extrema derecha allí. Europeos indignados colgaron una efigie de Musk en Milán, proyectaron una imagen suya haciendo el saludo militar en una fábrica de Tesla en Berlín y colocaron carteles en Londres instando a la gente a no comprarle “esvásticas”