Cada mañana, en la frontera entre Haití y República Dominicana, se alinean camiones en forma de jaula con barras de hierro que parecen diseñados para transportar ganado.
Los vehículos en el paso fronterizo de Elías Piña no van cargados de ganado, sino de haitianos deportados por las autoridades de inmigración dominicanas. Entre ellos hay hombres jóvenes, mujeres embarazadas, niños sin acompañantes y algunas personas que nunca han vivido en Haití.
Desde octubre, más de 55.000 personas han sido deportadas a Haití.
Rose-Mieline Florvil, de 24 años, quien vivió menos de un año en República Dominicana, dijo que agentes de inmigración allanaron recientemente su casa en Santiago, al norte del país, un día antes del amanecer y dijeron algo parecido a: “morena, ven acá”.
“No pude correr porque estoy embarazada”, dijo.
La extraordinaria oleada de deportaciones —las autoridades dominicanas dicen que el objetivo es de 10.000 por semana— refleja una nueva y estricta política de inmigración por parte de un país con una historia complicada y racialmente cargada con Haití.
Las dos naciones comparten la isla de La Española, y República Dominicana, la más próspera de las dos, ha hecho sonar fuertes alarmas por tener que soportar la carga de lo que, según los expertos, es un vecino Estado fallido.
Problemas extremos en Haití —el aumento de la violencia de las pandillas, infraestructuras de salud en ruinas y un gobierno sin líderes electos e incapaz de revertir el declive del país— han desencadenado un éxodo de personas en busca de seguridad y un medio de vida.
Como resultado, migrantes haitianos están utilizando una parte cada vez mayor de los servicios del gobierno dominicano, incluida la salud pública, según las autoridades.
Las autoridades dominicanas dicen que ya están hartas.
“La percepción general en la población dominicana es de que nosotros estamos brindando una asistencia, servicios sociales, mayor de lo que a República Dominicana le compete”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Álvarez, en una entrevista, “y que la comunidad internacional nos ha dejado solos para atender las necesidades haitianas”.