Un estudio sobre el veneno del monstruo de Gila ayudó a iniciar la revolución de los fármacos para adelgazar, pero los científicos creen que es sólo el principion
Nueva York.- Hay dos caminos opuestos hacia el éxito en la ciencia. El primero es sencillo: Identificar un problema y ponerse a resolverlo. El segundo es poco científico y quizá más basado en la fe: Estudiar en la oscuridad y esperar que llegue la casualidad.En 1980, un joven gastroenterólogo llamado Jean-Pierre Raufman acabó tomando este último camino a través de la rama de enfermedades digestivas de los Institutos Nacionales de Salud. Su objetivo era adquirir experiencia en investigación. Por casualidad conoció al químico jefe de otro laboratorio, John Pisano, apasionado de la búsqueda de nuevos e interesantes ejemplos de un tipo específico de hormona, llamada péptido, en venenos de animales. Pisano hacía regularmente llamamientos a entusiastas locales de insectos y reptiles en las páginas de anuncios clasificados de The Washington Post; en respuesta, se presentaban en la puerta de su oficina cargados de bolsas de plástico que se retorcían con la posibilidad.