Muchos cubanos esperaban con angustia el domingo en un momento en que la electricidad en gran parte de la isla todavía debe restaurarse en su totalidad después de días de apagón.
Algunos vecindarios en la capital de Cuba, con unos 2 millones de habitantes, ya tenían electricidad, pero la mayoría de La Habana seguía en la oscuridad. El impacto del apagón va más allá de la iluminación, ya que servicios como el suministro de agua también dependen de la electricidad para que funcionen las bombas.
Las personas comenzaron a cocinar en las calles con estufas a leña improvisadas antes de que la comida se echara a perder en los refrigeradores.
Ylenis de la Caridad Nápoles dijo con lágrimas en los ojos que está llegando a un punto de “desesperación”.
La falla del viernes en la planta Antonio Guiteras, que fue provocada por el colapso del sistema en toda la isla, fue sólo la más reciente en una serie de problemas con la distribución energética en un país donde la electricidad ha estado restringida y es rotada a diferentes regiones en diferentes horas del día.
Las personas se formaron durante horas la mañana del domingo para comprar pan en las pocas panaderías que pudieron reabrir.
Algunos cubanos, como Rosa Rodríguez, llevan cuatro días sin electricidad.