Calculador y evasivo al extremo, Tomás Zerón de Lucio decidió entregarle a Alejandro Encinas unas cuantas piezas de información para que tuviera algo con qué responder a la urgencia del presidente Andrés Manuel López Obrador de mostrar avances en el esclarecimiento de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.
Encinas había viajado un poco antes a Israel, a mediados de febrero de 2022, para convencer a Zerón de Lucio de que colaborara con la investigación y, a cambio, le había ofrecido inmunidad.
Mientras el antiguo titular de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) dilucidaba si aceptaba la oferta oficial o no, el subsecretario de Derechos Humanos y titular de la Comisión de la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotizanapa (Covaj) le envió un cuestionario de 70 preguntas.
El jefe policiaco aceptó responderlas y usó la ocasión para “regalarle” a Encinas información clave e inédita hasta ahora: el presidente Enrique Peña Nieto fue el responsable de armar la“verdad histórica” en las “Juntas de Autoridades” realizadas en su oficina de Los Pinos, con la presencia de los secretarios de Defensa, Marina, Gobernación y el director del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen).
Ahí, cuenta el exdirector de la AIC, se les instruyó al procurador Jesús Murillo Karam y al propio Zerón de Lucio a salir a medios de comunicación y dar esa versión de que los 43 estudiantes habrían sido asesinados e incinerados la misma noche en elbasurero de Cocula y que sus restos habrían sido lanzados, después, al río San Juan.
En las más de 18 cuartillas que contienen las respuestas a las 70 preguntas, Zerón de Lucio aprovechó la oportunidad y se esmeró en presentarse como un personaje sin mayor poder, obediente y sumiso, un hombre del sistema que obedecía a sus jefes y cuya palabra no valía mucho en un mundo dominado por las torturas, los marinos, el espionaje, los policías y militares.
En sus respuestas, desconocidas hasta esta fecha, Zerón de Lucio no acepta ninguna responsabilidad de su parte, se ve a sí mismo sólo como un “vocero”, un instrumento para dar a conocer a la sociedad la “verdad histórica”, una verdad a cuya construcción se dice ajeno, pero en ellas hace referencia a elementos hasta ahora no conocidos: el papel de la Unidad de Inteligencia Naval de la Marina, por ejemplo, o las “investigaciones paralelas” realizadas por el Ejército.
Tomás Zerón de Lucio es una de las piezas clave para desentrañar la verdad de los hechos que llevaron a la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.
“Es un eslabón muy relevante para entender las irregularidades que ocurrieron en la investigación y cómo y quiénes tomaron la decisión de cerrar, al menos públicamente, el caso”, dice Santiago Aguirre Espinosa, director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, cuyos abogados son los asesores legales de las familias de los estudiantes de Ayotzinapa.
Como jefe de la Agencia de Investigación Criminal, el brazo investigador de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), Zerón de Lucio, un ingeniero industrial del IPN metido a los sótanos policiacos, era un hombre clave para el entonces presidente Enrique Peña Nieto, quien había colaborado de manera cercana cuando éste ocupó la gubernatura del Estado de México.
Crédito El Universal