El huracán Otis dejó a su paso un rastro de muerte y destrucción. El peor impacto lo sufrieron los trabajadores de embarcaciones, pilar de la industria turística.
Nueva York.- La noche en que el huracán Otis irrumpió en la ciudad mexicana de Acapulco, Saúl Parra Morales recibió un video que, unas horas antes, le habría parecido imposible.
Durante días, los meteorólogos habían pronosticado poco más que una tormenta tropical. Sin embargo, Parra Morales vio con espanto cómo su hermano grababa ráfagas de viento ensordecedoras y olas que se estrellaban contra la cubierta del Litos, el yate en el que trabajaba y que no resistió a la que sería la tormenta más poderosa que ha tocado tierra en la costa del Pacífico mexicano.
Esto se está poniendo más intenso”, decía el hermano de Parra Morales, Fernando Esteban Parra Morales, en el video. “Estamos nerviosos, pero estamos seguros”.
Pero no estuvieron a salvo. Fernando, quien trabajaba como maquinista, es uno de los muchos marineros en primera línea de este destino turístico que han estado sin localizar desde que el huracán categoría 5 trajo la destrucción a Acapulco el mes pasado, sorprendiendo a los meteorólogos y funcionarios públicos por igual.
Si bien las autoridades mexicanas no han revelado detalles de las 48 personas fallecidas y otras 26 que están desaparecidas por la tormenta, los líderes empresariales y la Marina de México indican que muchos fueron capitanes, marineros y otros trabajadores de embarcaciones que quedaron atrapados en la trayectoria devastadora del huracán. Algunos afirman que la cantidad de desapariciones puede ser mucho mayor.
A semanas del paso de Otis, las dolorosas secuelas de la feroz tormenta empiezan a quedar más claras: la comunidad marina de Acapulco, pieza fundamental de su magnetismo turístico durante décadas, ha quedado hecha añicos.