Nueva York.- Cuando Donald Trump respondió a su acusación más reciente, prometió designar un fiscal especial si es reelecto para “ir tras el presidente Biden y su familia”, dando señales de que si hay un segundo término de Trump podría echar completamente por la borda la norma post-Watergate sobre la independencia del Departamento de Justicia.
“Voy a designar a un verdadero fiscal especial para que vaya tras del presidente más corrupto en la historia de Estados Unidos, Joe Biden y toda la familia criminal de Biden”, dijo Trump en su club de golf situado en Bedminster, N.J., el martes por la noche después de haber sido arraigado ese día por la mañana en Miami.
“Voy a destruir totalmente el Estado Profundo”.
El mensaje de Trump fue que el Departamento de Justicia lo acusó sólo porque es el contrincante político de Biden, así que, va a invertir esa supuesta politización.
En realidad, de acuerdo al procurador general Merrick Garland, dos fiscales designados por Trump están investigando el manejo de documentos clasificados de Biden y los acuerdos financieros de su hijo Hunter.
Pero al sugerir que los actuales fiscales que investigan a los Biden no son “reales”, Trump les está prometiendo a sus simpatizantes que designará a un aliado que pueda fincarles cargos a sus enemigos políticos independientemente de los hechos.
La política desnuda que está infundiendo la amenaza de Trump deja de manifiesto algo significativo.
En su primer término, Trump gradualmente incrementó la presión sobre el Departamento de Justicia, erosionando su independencia tradicional del control político de la Casa Blanca.
Ahora, está diciendo descaradamente que echará abajo ese esfuerzo si regresa al poder.
La promesa de Trump encaja en un movimiento más grande de la derecha en contra del FBI, de reformar el reclamo de los conservadores del Departamento de Justicia de que están en su contra y han abandonado la norma —- que muchos republicanos ven como una fachada —- y que el Departamento debe operar independientemente del presidente.