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Por Jesús C. Aguirre Maldonado
La Terraza 20-30 en Delicias marcó toda una época de grandes bailes, principalmente en los 70 y 80, aunque también parte de los 90, ya que ahí en el local de la avenida del Parque (donde hoy es una bodega de muebles) llegaron a presentarse en su momento los mejores conjuntos musicales y artistas como Rigo Tovar y su Costa Azul, Los Caminantes, Los Yonic´s, Los Ángeles Negros, el Rey del Mambo Dámaso Pérez Prado, La Sonora Santanera, entre otros grupos norteños y también había los clásicos mano a mano.
Muchas historias quedaron entre sus paredes y ahí se dieron enamoramientos y posteriormente matrimonios.
Había quienes pagaban su boleto, que eran caros, pero también los “busca bailes” y que generalmente no pagaban y se brincaban, incluso algunos llegaron a caerse al punto borracho.
Las paredes eran altas, pero no había impedimento para quienes deseaban entrar sin pagar., trepando estas o por los árboles
Los subían en los hombros y ya parados sobre la persona que los subía, ni así alcanzaban por lo que aún tenían que dar un brinco y a veces fallaban al grado de llegar a caer al suelo.
Ya cuando se brincaban caían por el baño de hombres, donde los estaban esperando los vigilantes, que los sacaban o en el peor de los casos cuando se ponían necios eran enviados a la cárcel municipal de la avenida 25 Poniente.
Ahí llegaron a presentarse Los Caminantes, que originalmente fueron Los Caminantes Aztecas, grupo iniciado en San Bernardino, California en el año 1976 por los hermanos Ramírez: Agustín Ramírez (en la voz), Brígido Ramírez (en el bajo), Horacio Ramírez (en la guitarra) y Bernardo Ramírez (en los teclados).
Después acortaron su nombre a Los Caminantes, grupo musical mexicano del género grupero originario de San Francisco del Rincón, Guanajuato, liderado por el cantante y compositor Agustín Ramírez.
En el 20-30 llegaron a tocar éxitos como “La guitarra y la mujer”, “¿Para qué quieres volver?”, “Dime si me quieres”, “Me está doliendo tu ausencia”, “Cuando dos almas”, “Dos cartas y una flor”, “Vuela Paloma”, “Mi última palabra”, entre otras.
Rigo Tovar, el “Rey de los Bailes”, con sus inseparables lentes Ray-Ban y quien llegó a reunir más de 350 mil personas en un concierto en Monterrey, por encima de la presentación del Papa, también marcó época con sus grandes canciones como “Mi Matamoros querido”, “El Testamento”, “Mi amiga, mi esposa y mi amante”, “Besando La Cruz” y “¿Cómo será la mujer?”.
Nacido en el seno de una familia humilde, de padre tamaulipeco y madre texana, Rigoberto Tovar García, quien nació el viernes 29 de marzo de 1946, a las 12:45 del mediodía en Matamoros, Tamaulipas, ciudad fronteriza con Brownsville, Texas, Estados Unidos, fue de los artistas que marcó toda una época al grado de venderse todos los boletos para sus presentaciones.
José Darío Ogaz Luján, llegó a vivir ahí en el 20-30 junto con su familia y le tocó servir copas y atender a varios artistas, cuenta su hijo Manuel Darío Ogaz Valles.
El principal promotor fue Jesús Torres. El trajo a Rigo Tovar cuando andaba en su mero mole, también a Montañeses del Álamo, a los Tigres del Norte y a los meros meros de la música norteña Carlos y José, a los Huracanes del Norte, Ángeles Negros, Pérez Prado y muchos más.
Luego se sumaron otros promotores como Clemente Torres, Heladio Ramírez, Darío Ogaz y Efraín Ruiz, por citar algunos.
Vinieron grupos como Los Yonic´s y Los Bukis en su mejor momento, Beatriz Adriana, Napoleón, Carlos Cheratto, Juan Gabriel, Alberto Vázquez, Ricky Luis.
El grupo que más gente metió fueron Los Rehenes con 6 mil 500, Beatriz Adriana con 4 mil 500 y
Los Plebeyos con tres mil, contó Darío Ogaz, padre.
Como meseros figuraron la familia Aranda, Rosalío, Pedro y El Chiras, la familia Padilla, Antonio, señor y Antonio hijo, entre otros.
Y como cantineros Víctor Castro, Martín Castro, Darío Ogaz, señor; Antonio Corral, Cosme Corral. Boleteros hubo muchos, ya que cada promotor metía a la gente de su confianza.
De los bailes del 20-30 salieron cientos de parejas. Ahí se veían cada semana y muchos hicieron sus bodas en ese mismo lugar donde se enamoraron.
En los años setenta -a finales- se presentó el organista Juan Torres, quien traía un templete giratorio algo muy adelantado a la época y que causó mucha expectación.
También la agrupación romántica de Los Yonic´s marcaron toda una época en el 20-30 y los éxitos de Dámaso Pérez Prado y sus inigualables gritos cuando interpretaba una melodía. Se le recuerda con su barba de triangulito bajo el labio inferior, con sus tambores.
Y bailar de cartoncito de cerveza al son de los acordes de la internacional Sonora Santanera, con sus “Luces de Nueva York”, “La Boa”, “El Ruletero”, “Perfume de Gardenia”, “El Mudo”, “Amor de cabaret”, “Mi Razón”, entre muchos otros éxitos inolvidables.