Margaret Howe Lovatt tenía 23 años de edad cuando formó parte de un experimento bastante inusual por parte de la NASA. En la década de 1960, el neurocientífico John Lillyy el astrónomo Frank Drake se asociaron para conseguir financiación con el objetivo de investigar cómo crear un puente comunicativo entre humanos y delfines.
En 1964, guiada por la curiosidad, Margaret entró a formar parte de este experimento y conoció a Peter, un delfín que vivía en un laboratorio en las Islas Vírgenes que recibía el nombre de “Casa del Delfín”, construido por Lilly y Drake para llevar a cabo sus pruebas.
La joven enseñó a los delfines a crear sonidos similares a los humanos. Su entrega al trabajo era tanta que incluso empezó a vivir en el laboratorio. Al mismo tiempo comenzó a entablar una relación especial con uno de los delfines, Peter.
Y él también se interesó por ella.
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La instructora tuvo la idea de acercarse a Peter de la misma forma que una madre o una maestra le enseñaría a hablar a un niño. Para lograrlo debía haber una inmersión en el lenguaje las 24 horas al día.
Las lecciones se grababan en cintas magnetofónicas para registrar los avances del animal, quien comenzó a tener progresos notables, si bien sus sonidos no eran imitaciones perfectas de la voz humana.
Una relación más allá de la ciencia
Peter y Margaret pasaban muchas horas al día juntos. Peter mostraba una clara preferencia por Margaret, al grado que se frotaba contra su cuerpo en una clara muestra de afecto sexual. Cuando ella se dio cuenta de ello, comenzó a estimular al delfín, en vez de mandarlo de vuelta con dos delfines hembra que vivían en el acuario.
Cuando la historia de dio a conocer, Lovatt dijo:
“No fue algo sexual por mi parte… sensual quizás. Me pareció que estrechaba el vínculo. No por la actividad sexual, sino por no tener que seguir rompiendo. Y eso es realmente todo lo que era. Yo estaba allí para conocer a Peter. Eso era parte de Peter”.
Andy Williamson, el veterinario que cuidaba a los animales en la Casa del Delfín, dice que “el delfín estaba locamente enamorado de ella”.
La BBC produjo un documental sobre la historia de Margaret: La chica que hablaba con los delfines.
“El proyecto se cerró rodeado de rumores y controversia, y Margaret eligió no hablar de ello durante 50 años”, cuenta Christopher Riley, director del proyecto.
El proyecto en el que se vio involucrada la joven, aspiraba a convertirse en una herramienta de ayuda para la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Por ello es que la NASA intervino.
“Lo interesante es que se sabe desde tiempos de Aristóteles que los delfines pueden hacer sonidos de forma parecida a los humanos, a través de sus espiráculos (las pequeñas aberturas exteriores de las tráqueas), no por sus bocas”, explicó Riley a la BBC.
La separación que mató a Peter
El experimento comenzó a rodearse de rumores sobre contenido sexual, lo cual minó su credibilidad. Además, John Lilly comenzó a experimentar con LSD y lo usaba con los animales. Miembros de su propio equipo no estaban de acuerdo con ello y abandonaron el proyecto.
Al final, ante la falta de financiación, desmantelaron el laboratorio y enviaron a los delfines a otra sede en Miami en condiciones muy lamentables para ellos. En ese sitio, Peter murió poco tiempo después. Según Lilly, murió por la tristeza de la separación.