Cuando el seis de febrero de 1952, la entonces princesa Isabel recibió en Kenia la noticia de que su padre, Jorge VI, había muerto y que ella era la nueva reina, el mundo estaba dándose las últimas sacudidas para despojarse de la secuelas de la Segunda Guerra Mundial y entraba a las aguas turbulentas de la Guerra Fría. A partir de entonces, han pasado siete décadas.
Entramos a un nuevo siglo, incluso vivimos la transición a un nuevo milenio, y el mundo ha experimentado cambios radicales en tecnología, trasporte, comunicación, medicina, democracia, derechos humanos, entre otros avances.
Te recomendamos: Entre honores y pompones: así fue la visita de la reina Isabel II a México en 1975 Pero también, hemos entrado a zonas de incertidumbre y pesimismo en torno al futuro no tan lejano con problemas ambientales y cambio climático, pandemias y crisis económicas, entre otras calamidades.
Y, desde luego, siempre presentes, las confrontaciones bélicas. En 70 años, desde que la joven de 25 años se convirtió en monarca del Imperio Británico, Isabel II ha sido testigo importante de ese escenario del poder, donde Londres, junto a las grandes potencias mundiales, ha tenido los hilos diplomáticos, económicos y militares del tablero mundial.
En la segunda mitad del siglo XX se pueden contabilizar al menos 82 conflagraciones de distinto nivel y de acuerdo a el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), en 2020 había 39 países involucrados en conflictos armados. Sin embargo, algunos destacan por su alcance mundial o por sus consecuencias para Gran Bretaña. La muerte de John F. Kennedy fue uno de los puntos más álgidos durante la Guerra Fría.
(AP / Archivo) De la Guerra de Corea a la muerte de John F. Kennedy Isabel II ascendió cuando terminaba la guerra de Corea, el gran conflicto bélico tras la Segunda Guerra Mundial, donde estuvieron involucradas de forma indirecta China y la entonces Unión Soviética (URSS) por un lado, y por el otro, un grupo de 15 países, encabezados por Estados Unidos y con una participación secundaria del Reino Unido.
Otro conflicto, poco conocido fuera de África y Reino Unido, es la revuelta Mau Mau en Kenia, entonces parte del Imperio británico, en contra del colonialismo que dejó entre 1952 y 1960 decenas de miles de muertos -algunos historiadores marcan como mínimo 100 mil-, en su gran mayoría de la parte rebelde. Otra revuelta que la reina británica atestiguó fue la Revolución Cubana, entre 1953 y 1959, que tumbó a Fulgencio Batista del poder y encumbró a Fidel Castro por décadas bajo un régimen comunista y que puso en alerta máxima a Londres, al tener en el Caribe decenas de islas bajo el mando colonial de la corona británica.
Además, el gobierno británico fue el que alertó, el 16 de octubre de 1962, a John F. Kennedy de la presencia de barcos soviéticos cargados con misiles atómicos rumbo a Cuba, confirmando las imágenes tomadas por un avión espía de Estados Unidos 48 horas antes, lo que derivó en 14 días de gran tensión mundial, el momento que, hasta ahora, la humanidad ha estado más cerca de un conflicto nuclear. La guerra de Vietnam (1955-75) atrajo durante años la atención de la prensa, opinión pública y gobernantes mundiales.
Isabel II se vio indirectamente involucrada cuando Australia -y Nueva Zelanda en menor medida-, países de los que es jefa de Estado, entraron en el conflicto bélico como aliados de Estados Unidos. La Guerra de los Seis Días fue uno de los puntos claves en el conflicto en Medio Oriente, ya que supuso la victoria de Israel en la zona (Dominio Públ Las guerras en Israel y la Revolución Islámica Reino Unido no ha podido sustraerse de los conflictos entorno a los constantes choques de Israel con los palestinos o con países vecinos.
En 1956, en la guerra de Sinaí, Isabel II observó cómo Londres fue obligada por Estados Unidos y Rusia para dejar de atacar, junto a Francia e Israel, a Egipto tras la nacionalización del Canal de Suez. En 1967, países árabes acusaron a Londres de, pese a declararse neutral, respaldar a Israel en la guerra de los Seis Días que libró contra Egipto, Siria, Jordania e Irak a los que derrotó y arrebató la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán. Seis años después, en 1973, Gran Bretaña apoyó a Israel en la guerra de Yom Kipur librada en contra de Egipto y Siria.
Cuando llevaba más de 30 años como reina, Isabel II también fue testigo de cómo un coalición formada por EU, Francia, Italia y Reino Unido, intentaron restablecer la paz en Beirut tras la ocupación israelí a Líbano, entre 1983 y 1985. La grave tensión entre palestinos e israelíes, con las tres intifadas realizadas desde 1987 hasta ahora desde Cisjordania y la franja de Gaza, ha sido motivo de intensas acciones diplomáticas en la Asamblea de Seguridad de la ONU donde Reino Unido es miembro permanente.
Gobierno y monarquía británicos fueron muy cercanos a sus contrapartes iraníes desde la guerra de Rusia contra Teherán en el siglo XIX, al punto que tanto Washington como Londres auspiciaron un golpe de estado en 1953 a favor de la corona persa y en contra del gobierno democrático del primer ministro Mohammad Mosaddeq, que nacionalizó el petróleo, golpeando a las compañías inglesas.
La reina Isabel II se encontró con el sha Mohammad Reza Pahleví en muchas ocasiones (1953, 1955, 1959, 1961, 1962, 1972) por lo que la revolución islámica de 1979 trastocó esas ligas a la llegada del régimen teocrático que interrumpió los intereses geopolíticos y económicos (petróleo) entre Londres y Teherán.
A partir de entonces, distanciamiento y choques diplomáticos han sido el sello de su relación al punto que Irak recibió el apoyo británico en su guerra contra Irán (1981 y 88). La guerra entre las Irlandas generó un conflicto que duró alrededor de 30 años. (CC BY-SA 3.0) ‘Los Problemas’ en Irlanda del Norte Una de las confrontaciones más dolorosas para Isabel II, y para los británicos e irlandeses, es la que se vivió durante tres décadas, aunque con un pasado que se remonta a siglos, en Ulster.
Entre 1968 y 1988, Irlanda del Norte —también llamada Ulster y que es parte del Reino Unido— vivió una confrontación armada y terrorista, principalmente del ERI, en la que involucró la fe cristiana dividida entre anglicanos pro Londres y católicos proclives a la vecina república de Irlanda.
En su ira, muchos civiles quedaron en medio del conflicto. Vecindarios contiguos de Belfast, la capital, vivían en constante encono. El domingo 30 de enero de 1972, el ejército británico disparó contra un mitin matando a 14 hombres, muchos de ellos entre los 17 y 20 años de edad.