Galería: Suman 28 periodistas asesinados en era AMLO

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Chihuahua, Chih.- En 2019, Lourdes Maldonado López acudió a la Ciudad de México y en una conferencia matutina pidió la ayuda del presidente Andrés Manuel López Obrador. Temía por su vida. El pasado domingo 23 de enero sus temores se concretaron: fue asesinada en la puerta de su casa en Tijuana, convirtiéndose así en el homicidio número 28 de miembros del gremio periodístico ocurridos en el actual sexenio, y el tercero en apenas dos semanas.

Al igual que en Chihuahua ocurrió con Miroslava Breach, a Lourdes la mataron en la puerta de su casa;

Miroslava iba saliendo, Lourdes llegando. Ambas fueron abatidas a tiros y sus cuerpos quedaron dentro del automóvil. Los dos homicidios arrastran tufo oficial.

Según la agrupación Artículo 19, del año 2000 a la fecha se han documentado 148 asesinatos de periodistas en México en posible relación con su labor. De ese total, 136 son hombres y 12 son mujeres. Lourdes forma parte ahora de esa estadística, que grita una exigencia de justicia y respeto a la profesión.

De los 148 homicidios, casi la tercera parte (47) se registraron durante el mandato de Enrique Peña Nieto y 28 en la administración actual, encabezada por Andrés Manuel López Obrador, que apenas va a la mitad de su sexenio y ya ha superado el cincuenta por ciento de los ataques mortales a periodistas registrados con su predecesor.

La muerte de Lourdes cimbró a los trabajadores de los medios de comunicación porque sólo siete días antes habían asesinado a Margarito Martínez allí mismo, en Tijuana, también a balazos y también había manifestado temor por un posible ataque.

Ninguno de los dos fue escuchado, como ocurre de manera cotidiana con decenas de miembros del gremio que son objeto de amenazas, demandas judiciales, agresiones verbales, físicas y a veces –como en estos dos casos– armadas.

Podría pensarse que el peor y único enemigo de un periodista es el crimen organizado, sin embargo, eso no resulta del todo cierto. Las agresiones a veces surgen de políticos, funcionarios públicos, empresarios, policías y hasta particulares que se sienten con el derecho de atacar a quienes realizan un trabajo, que ahora es de alto riesgo.

“¿Qué carajos está pasando? Dos periodistas tijuanenses asesinados en la puerta de sus respectivos domicilios en menos de una semana. Dos periodistas que ya habían manifestado públicamente temer por sus vidas. No voy a sacar conclusiones ni a arrojar hipótesis. Para eso hay una Fiscalía y un nuevo fiscal que tiene mucha tarea por delante. Ni en su peor pesadilla se imaginó Iván Carpio las brasas ardientes que ahora tiene en sus manos. 

Doña Blanca anda de parranda en nuestra ciudad. Mil dudas y una sola certeza: hay algo podrido en Tijuana”, publicó el periodista y escritor Daniel Salinas Basave luego de la muerte de Lourdes, a quien dijo conocer desde 1999, cuando ella era reportera de Televisa Tijuana. La calificó como una mujer brava, polémica, echada para adelante y muy de armas tomar. 

La lista de periodistas asesinados en Tijuana es larga y hay que retroceder en el tiempo, hasta el homicidio de Héctor Félix Miranda en 1988 y de Jesús Blancornelas en 1997, ambos del Semanario Zeta. No son los únicos. Ha habido otros al igual que en el resto del país, principalmente en los estados de Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Tamaulipas y Chihuahua. 

Hoy día en México, en Tijuana, considerada como una de las ciudades más violentas del país, los periodistas son callados a balazos con dos asesinatos en una semana y una larga historia de crímenes contra la prensa. “Las puertas del infierno están abiertas y los demonios andan sueltos en Baja California”, dijo Salinas Basave tras este nuevo asesinato que recordó –por enésima ocasión– la falta de protección y respeto para quienes ejercen la profesión en México, donde parece que hacer cualquier tipo de señalamiento respecto a lo que ocurre en los diferentes ámbitos de la sociedad es un pecado que se paga con la vida. 

De acuerdo con las palabras de Salinas Basave, Lourdes Maldonado fue la última de los presentes en hacer uso del micrófono durante la vigilia en homenaje a Margarito Martínez, realizado en la Glorieta de las Tijeras. “Ante las veladoras encendidas, su propuesta fue honrar al colega cada 17 de enero otorgando el premio ‘Margarito Martínez Esquivel’ al fotoperiodista tijuanense que logre la mejor o más oportuna foto policiaca del año. Al momento de tomar la palabra a Lourdes le quedaban menos de 48 horas de vida. Sin saberlo, era el último acto público de su vida, su despedida ante el gremio. Los mismos reporteros que la escuchaban esa noche estarían dos días después cubriendo la noticia de su cobarde asesinato frente a las puertas de su casa. Una pregunta fatal impregna el aire: ¿quién sigue?”. 

Según lo escrito por Daniel, a Margarito y a Lourdes los mataron afuera de sus hogares y a bordo de sus vehículos, pero no han sido los únicos asesinatos ocurridos en Tijuana durante enero. Ellos sólo han engrosado la cifra letal en una ciudad, donde los crímenes se han vuelto algo cotidiano. “Sin duda fueron acechados como presas en cacería. Imagino a sus asesinos espiando sus movimientos, aguardando el instante oportuno para abrir fuego. Puedo apostar que en ambos casos se trató de sicarios con experiencia. Gente que sabe matar y sobre todo gente confiada en que por estos rumbos asesinar no tiene consecuencias, pues un manto de impunidad les cobija. 

El de Margarito fue el homicidio número 75 y el de Lourdes el número 99 en lo que va de enero tan sólo en el municipio de Tijuana. El número 100 se cometió pocas horas después, la madrugada del 24 en el bar Camelia, donde una mujer de 21 años llamada Sayra (de la que nunca nadie volverá a hablar) fue baleada. Al momento en que escribo esto deben ir ya 105 asesinatos y la única certidumbre, atendiendo al fatal promedio, es que hoy van a matar a alguien en esta ciudad y mañana también. Aquí no hay día sin crimen. Alguien que en este momento está respirando pronto va a dejar de hacerlo. Alguien que ahora mismo duerme, desayuna, camina, maneja, coge o se droga, va a ser asesinado dentro de unas horas. Vivimos en una ciudad donde matan gente; una ciudad donde la vida vale poco; poquísimo. Bueno, me permito ampliar el concepto: vivimos en un país donde matan gente; mucha razón tenías José Alfredo: la vida no vale nada por estos rumbos. 

Muerte sin fin, diría José Gorostiza. Sospecho que no es sencillo ejercer el periodismo en una ciudad y en un país como éste”, puntualizó. Las manifestaciones de protesta por el homicidio de Lourdes se dieron a lo largo y ancho del país, como muestra de la indignación existente ante las agresiones que se replican, incluso a veces dentro de las empresas. Las palabras se convierten en ocasiones en un arma detestable para muchos. Salir a la calle, pisar fuerte y dejar huella es lo único que queda cuando eso ocurre.

Cuando la tristeza y la rabia muerden, el único camino posible es salir a la calle. Es duro ser reportero por estos rumbos”

“Marcharemos porque al parecer todavía nos corre un poco de sangre en las venas y aún no tenemos anestesiada la capacidad de indignarnos. Cuando la tristeza y la rabia muerden, el único camino posible es salir a la calle. Es duro ser reportero por estos rumbos. Durante más de década y media me gané la vida ejerciendo este oficio, pateando calle en la nota diaria y conozco las malquerencias de este camino de vida.

El asesinato es lo que más indigna porque la vida no es recuperable, pero hay muchas formas de ir matando lentamente al periodista. Sé bien que la primera trinchera de hostilidad y censura para un reportero suele estar en la empresa para la que trabaja, que sin duda le paga un sueldo de hambre a menudo sin prestaciones y que lo mandará a la guerra sin protección alguna. No puedo tener confianza en un gobierno que se rasga las vestiduras por el asesinato de periodistas cuando cada mañana el gran predicador nacional expone, calumnia e insulta a todo aquel comunicador que se atreve a cuestionarlo o a no aplaudirlo y adorarlo.

No, no caigo en la tentación de idealizar al periodismo. No, no nos cubre un aura de santidad y heroísmo, pero casi siempre nos cubre una de dignidad y valentía. De acuerdo, somos (o podemos ser) unos cabronazos, pero les juro que hace falta una dosis de quijotesca locura para ser reportero en un país como éste”.

Según lo han relatado compañeros del gremio, el viernes 20 de enero, Lourdes habló fuerte como era su costumbre. El domingo, la noticia de su muerte se esparció como pólvora: había sido ejecutada con un disparo en la cabeza afuera de su domicilio en la colonia Santa Fe de aquella ciudad. El frío ocasionado por la muerte de Margarito ni siquiera había amainado, cuando se tuvo que dar cuenta del cuerpo inerte de Lourdes.

El presidente Andrés Manuel López Obrador lamentó el asesinato de la periodista y señaló que se tiene que investigar, antes de “vincular en automático”, si el hecho estaba o no relacionado con el conflicto laboral que la hoy fallecida mantenía con el exgobernador de Baja California, el morenista Jaime Bonilla.

En la conferencia del lunes, López Obrador dijo que cuando Lourdes fue, en 2019, para hacer la denuncia por el asunto laboral con la empresa vinculada a Bonilla, se mantuvo comunicación con ella porque “no era un asunto de amenazas, de violencia”. Agregó que se le ayudó y se le garantizó que su demanda fuera atendida.

“Lamentablemente sucedió esto, la asesinan. Hay que ver el móvil, si hay vinculación con la denuncia de tipo laboral y ver quiénes son los responsables, verlo con mucha responsabilidad, quiénes fueron, si hay autores intelectuales, quiénes son los autores materiales, se está haciendo toda la investigación. No se puede así, en automático, vincular una demanda de tipo laboral con un crimen, no es responsable, no hay que adelantar ningún juicio, hay que esperar, ver quién estaban informado, no dejar de considerar lo político, siempre hay confrontación, diferencias. Siempre se busca perjudicar a adversarios”, señaló.

Bajo la consigna “no se mata la verdad matando periodistas”, las protestas por el asesinato de la comunicadora se dieron desde el lunes en diferentes puntos del país y se replicaron durante la tarde del martes. Según declaraciones del abogado de la periodista, publicadas en diversos medios, “Este 25 de enero de 2022, Jaime Bonilla debía hacer el pago del laudo a Lourdes Maldonado. Al momento de fallecer Lourdes, yo no puedo requerir el pago”.


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