San Pedro El Alto, México— El mensaje resonó desde una camioneta con un megáfono pegado al techo: las vacunas contra el coronavirus habían llegado a este pequeño pueblo indígena en las colinas del centro de México, publicó The Washington Post.
Los aldeanos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para escuchar. ¿Cómo pudo San Pedro, donde nunca parecía suceder nada, convertirse en uno de los primeros lugares en América Latina en vacunar a sus residentes?
“Pensé que debía ser una mentira o una broma”, dijo Ubaldo Sánchez, de 61 años, quien salió de su maizal, confundido y extasiado, cuando su hija corrió hacia él y le gritó la noticia.
Mientras se debate en todo el mundo sobre quién debe vacunarse primero, México ha ideado su propio enfoque poco convencional, uno sin una base epidemiológica aparente. El gobierno del presidente populista Andrés Manuel López Obrador, que hizo campaña bajo el lema “Primero los pobres”, está priorizando a los ciudadanos más pobres del país, utilizando la vacuna como una especie de reparación por años de marginación.
Maestros en aldeas rurales, algunos de los agricultores más pobres del país, miembros ancianos de comunidades indígenas lejanas: recibirán las vacunas contra el coronavirus antes que casi cualquier habitante de la Ciudad de México, que ha soportado los peores brotes. En muchos casos, la población rural pobre ha sido vacunada incluso antes que el personal médico encargado de administrar las inyecciones.